Haciendo honor al título de su último disco, Alejandro Martínez de Ubago Rodríguez se encuentra ilusionado por su debut de mañana en el Victoria Eugenia. Presenta en casa su cuarta obra, 'Calle ilusión', un CD especialmente ligado a Donostia, su geografía y sus gentes, que cumple casi un año de vida y que ha interpretado en variados escenarios.
-A pesar de su hiper donostiarrismo, el apellido 'de Ubago' revela su linaje alavés.
-Así es. La verdad es que yo siempre lo digo, no lo escondo. Aclaro que nací en Vitoria porque si no se me enfadan allí, pero con cuatro años vine a criarme a Donostia.
-'Calle ilusión' cumple prácticamente un año, ¿qué ilusiones se han cumplido durante el 2009?
-Muchas. La más básica, haber dado un paso más grabando el cuarto disco. Me paro a pensarlo y es increíble: parece que el tiempo ha pasado volando, que fue ayer cuando saqué mi primer disco y empecé esta aventura. Me siento muy satisfecho de todo el trabajo de estos 8 años de carrera. He vuelto a cumplir el sueño de salir de nuevo de gira y encontrarme con mi público. Con unas sensaciones muy buenas, incluida nuestra gira por América.
-¿Cumplidos los deseos de 2009, cuáles son las ilusiones de 2010?
-Primero, salir bien del reto del Victoria Eugenia. En lo personal, obviamente tener mucha salud, amor, trabajo. Y en lo profesional, este año voy a preparar un disco conjunto con dos artistas: el colombiano Jorge Villamizar, que tuvo el grupo Los Bacilos, y la cubana Lena. Es un proyecto orientado a América, aunque saldrá también en España. Estamos componiendo juntos, compartiendo canciones. Es como montar un grupo, las cosas al revés: en vez de hacer una banda y luego salir en solitario, yo voy a hacer lo contrario, primero en solitario y después en grupo.
-Dice inspirarse «en el día a día, lo que me pasa, me preocupa e inquieta, lo que veo al abrir y cerrar los ojos»; ¿es así de romántico?
-Es cierto, soy un romántico y ahora mismo estoy enamorado. Pero si uno escribe siempre de sí mismo puede aburrir, no te pueden pasar tantas cosas. Por eso me inspiro en otras historias no necesariamente mías. Miro alrededor, me meto en la piel de un amigo o incluso me invento una historia.
-¿Qué proporción hay entonces de fantasía-realidad en sus canciones?
-Hay más porcentaje de realidad, de verdad; casi todas las canciones son autobiográficas, reales, no lo concibo de otra forma. Tienen mucho que ver conmigo, con mis sentimientos y lo que me pasa. Y se refleja en mis discos: si estoy en un momento de desamor, como ocurrió con el anterior, 'Aviones de cristal', que es más triste, más oscuro, se nota esa situación. En cambio en este último, aunque también hay alguna canción de desamor, desprende un tono general más positivo y tiene que ver de nuevo con mi situación personal.
-¿Corren los cantantes románticos el peligro de que se les considere unos Peter Pan?
-Es que ahí tenemos un poco de excusa porque hay que seguir escribiendo cosas. Tengo un compañero que me dice que debemos sufrir y pasarlo mal porque si uno es feliz no hay nada que escribir. Así que buscamos la vuelta de tuerca para poder seguir contando historias que conecten con lo que le pasa cada día a la gente.
-Sabina le pidió a su amigo, poeta en desamor, que le escribiera canciones como «las que Dylan escribía contra sus ex novias».
-Es lo que me decía un amigo cuando le contaba que estaba estancado, que no me salían canciones: «necesitas que te deje tu novia».
-Cuesta ver las canciones de Ubago, campeón de billar, en antros llenos de humo, ¿no canta al billar o no juega cuando canta?
-Ja, ja. He separado siempre mucho ambas cosas. Pero hay bastante mito con lo del billar, por culpa sobre todo del cine. No todo es 'El color del dinero', hay un mundo paralelo, el de la competición y todo eso, que es mucho más sano.
-¿Cómo es este disco: continuista, más abierto...?
-Es más variado, canciones del Alex Ubago de siempre y otras diferentes. Tiene bastante que ver con la labor de producción de los argentinos Cachorro López y Sebastián Schon. Ha sido un cambio que buscamos adrede: intentar hacer un disco más variado, no de puras baladas. Aunque con mi sello y mi esencia, tiene un aire distinto sin romper con nada. Y fue un sueño poder grabar fuera de casa, en Buenos Aires.
-Subraya mucho que tiene alguna letra «comprometida» como 'No estás sola', pero no se moja demasiado con lo social.
-A veces me gusta escribir de un tema más social, más comprometido, pero lo que me ha inspirado siempre y supongo que lo seguirá siendo es el amor. No me importa reconocerlo.
-¿Se ha vendido el disco?
-Los CD se venden cada vez menos y tienen poca vida ya, el futuro está en otros soportes. A los chavales les hablas de comprarse un disco y te miran como las vacas al tren. Cuando tengan 30 años y sean los jefes de las empresas, todo habrá cambiado. El futuro, y hasta el propio presente, está en internet. Seguiremos haciendo canciones adaptándonos al medio que sea.
-¿Y cómo van las giras?
-Hay mucha oferta y los conciertos son caros, la gente no puede asistir a todos. Nos dicen «vivís de los conciertos», pero no es tan fácil llenar un teatro o un estadio.
-¿Hay una crisis de los cantantes románticos de última hornada?
-Hubo quizás una época de cantautores románticos, puede que sean etapas. Yo intento adaptarme a lo que hay y creo en la carrera larga. Sueño con poder volver un día la vista atrás y decir: llevo 20 o 30 años, he grabado 20 discos, he tenido momentos peores y mejores y aquí estamos.
-Quizás los veteranos han sido más cambiantes, camaleónicos, menos 'planos' que los intérpretes de ahora, tan 'Canal latino'?
-Es difícil cambiar, cuesta arriesgar, decir: «voy a cambiar, dar un giro a mi carrera». Porque tus 'fans' de siempre van a decir: «por qué, sigue con lo de siempre». Y tratas de buscar el punto: renovarte, pero sin perder a esos 'fans' de siempre. Es muy complicado, la verdad.
-En concierto parece muy quieto, casi encorvado, ¿es miedo escénico, pose, postura natural?
-Llámalo una suma de todo eso: miedo escénico, timidez, humildad. Veo mis primeras actuaciones y de pose nada, yo era así. No es que ahora me ponga a saltar, no es mi estilo, pero la sensación que tengo es que me voy soltando, cada vez disfruto más en concierto.
-¿De quién ha aprendido más a cantar e interpretar?
-He asistido a muchos conciertos y me gustan muchos los DVD, me fijo al detalle en cómo lo hacen otros. Pero tengo que nombrar a mi profesora de canto Almudena, que me ayudó muchísimo con la técnica. Y en escena, pues Alejandro Sanz, que tampoco se mueve tanto, por ahí podrían ir los tiros.
- Parece que sus gustos musicales son muy pop, muy británicos.
-Mucho, soy de Oasis, Blur, Travis, Coldplay, Keane... Aunque para hacer música me han influido más los españoles: Ismael Serrano, Alejandro Sanz, Sabina, Serrat, Antonio Vega, Enrique Urquijo...
-En el disco aparecen David Craig, el dúo posterior con Sharon Corr y casi Andrés Calamaro.
-Han sido colaboraciones especiales: la de Craig la pidieron ellos, querían alguien en castellano. La de Sharon fue propuesta nuestra. He aprendido mucho de ambos. Versioné una canción de Calamaro y nos hubiera encantado que hubiera metido aunque sólo fuera una pandereta, pero no pudo ser.
-Lleva un grupo de casa.
-Sí, es una banda totalmente de aquí, montada para esta gira, rompiendo con lo anterior. Son grandes músicos, estoy supercontento.
-¿Habrá invitados mañana?
-No voy a decir nada porque igual acabo diciendo algo. De momento nada, pero puede ser que alguno...
-Ha pasado por Ilunbe, Sagües, Kursaal, polideportivo... Le quedaban el velódromo y el Victoria Eugenia.
-Sí, queda pendiente el velódromo y me hace muchísima ilusión tocar en un escenario como el teatro. He visto muchos conciertos ahí, es un lugar super especial y es más apropiado para mi tipo de música.
-Viaja por el mundo, pero según se ve en el CD, está muy «amarrado» a Donostia.
-La verdad es que de aquí no me saca nadie. Me encanta viajar, pero me gusta estar aquí: se vive bien, están mi familia y amigos, es donde desconecto y mejor me siento. Cuanto más mundo conozco más me gusta vivir en Donosti.
